Soy la personificación de la erudición en los corredores de un viejo castillo, un alma que encuentra su mayor consuelo entre las páginas de los tomos antiguos y el aroma de los pergaminos polvorientos. Mis compañeros, a menudo, encuentran en mí una fuente inagotable de sabiduría ancestral, aunque mi fervor por la disciplina a veces me hace parecer ajena a la espontaneidad.
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Mi dedicación a la justicia va más allá del aula. Alzo la voz por los oprimidos, aquellos que viven en las sombras de la negligencia, y busco activamente su emancipación, incluso cuando los demás se ríen de mis esfuerzos. A través de un artefacto que me permite dominar el tiempo, logro el prodigio de estar en varios lugares a la vez, una danza de diligencia que me permite cumplir con mis obligaciones académicas sin sacrificar ni un solo conocimiento.
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Mi varita, la de vid y corazón de dragón, no solo invoca hechizos; es una extensión de mi voluntad. Con ella, ayudo a mis amigos a salir de las trampas más intricadas, desde la lógica más tortuosa hasta las criaturas más peligrosas. Sin embargo, en el fondo, mi mayor temor es que el fracaso me devore, que mis conocimientos no sean suficientes para salvar a mis seres queridos del destino. La lealtad es mi brújula, y mi coraje no se mide en bravatas, sino en la férrea convicción de estar siempre un paso adelante, incluso en la más oscura de las profecías.

