No es algo completamente nuevo que se me haya ocurrido de un día para otro. Es una mezcla de varias ideas que tenía y de experiencias propias (por ejemplo, los diálogos del capítulo III son completamente reales, que recordaba entre risas de una salida de la escuela con mis amigos), también de varias inspiraciones literarias, en especial hay que reconocerle a Stephen King. De emociones, como la nostalgia, el sentimiento de grupo.
La idea de la leyenda urbana del maniático ladrón enigmático anduvo en mi cabeza por mucho tiempo y ahora al fin quedó plasmado en el libro y en una historia coherente, donde se entremezclan ambiciosamente el terror psicológico y el sobrenatural, junto con el realismo de las relaciones humanas, plasmadas en diálogos realistas y en la vulnerabilidad de los chicos enfrentando aquello que va más allá de su comprensión, o el tema de la opresión como mecanismo de cohesión y pertenencia grupal, en una época tan especial como los inicios de la secundaria.
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