Bere y Carlos
Era el año de 1999, cuando Berenice, esa niña alegre de mejillas rosadas y mochila a la espalda, llegaba por primera vez a su nueva escuela. Carlos, otro niño que estaba en ese salón del grupo de 5to, la ve entrar por la puerta. Algo llamó su atención, pero no sabia que. “Niños” – dijo la maestra – “les presento a Berenice, es su nueva compañera. Ella viene de otra ciudad, así que hay que tratarla bien porque aquí aun no tiene amigos”. “Yo no seré amigo de esa niña ñoña” pensó Carlos. Berenice se sentó en un lugar desocupado, delante de la butaca donde Carlos se encontraba sentado.
Carlos era el menor de 4 hijos. Su papá era conductor de camiones de carga, por lo que era común no verlo por algunos días. Su mamá estaba en casa atendiendo a los demás hijos. A veces los llevaba al parque o a la casa de la abuelita para ayudarle a limpiar su casa. Carlos tenia ciertos problemas de actitud, era algo desobediente y se contagiaba de la rebeldía propia de sus hermanos mayores que estaban en la adolescencia.
Dieron la 1:00 pm y sonó el timbre de la salida de la escuela. Todos los niños recogieron sus mochilas, y se pusieron a salir de manera ordenada. Berenice, o Bere, como le decían en su casa. Hizo lo mismo. Al día siguiente, los niños de ese grupo tomaron sus lugares correspondientes. Carlos era molestón con Bere. Le jalaba el pelo, le aventaba bolitas de papel. Lo hacia de manera juguetona e inocente. Bere al principio le daba coraje, pero con el paso de los días, se empezó a reírse y a desquitarse.
“Niños, ¿qué es lo que significa la palabra GEOLOGIA?, alguien sabe” – preguntó la maestra. Bere aprovechando la situación, levanta la mano y dice “Maestra, Carlos dice que sabe lo que significa”. Carlos al escuchar su nombre se pone rojo, y más porque la maestra le dice “A ver Carlos, dinos que significa”. Carlos se puso rojo, tenia pena ya que era la primera vez que escuchaba esa rara palabra. Al darse cuenta de la situación, la maestra decide castigar a ambos sin recreo por una semana, esperando tengan un escarmiento.
Lo que no sabía, era que esa acción desencadenaría una serie de eventos. Ese primer día sin recreo, ambos se empezaron a reprochar que por culpa del otro estaban castigado. Sin embargo, encontraron manera de divertirse, ya que tenían ese salón para ellos dos, sin nadie mas que los molestara. Empezaron a jugar entre los pasillos, correteándose. Los demás días empezaron a saltar de banca en banca, lanzarse las mochilas de los compañeros, imitar a la maestra y como hablaban sus compañeros. Sin embargo, esa manera alegre de llevarse solo era durante los 30 minutos de castigo. “Te voy a decir SABIONDA, porque dijiste que yo sabía lo que significaba la palabra Geología” – le dice Carlos en una de esas mañanas de castigo. “¿A si? Pues yo te llamaré Carlín, por tu cabello desarregladín” Ambos se empezaron a reír.
En cierta ocasión, un niño más grande empezó a molestar a Bere, así que Carlos ó Carlín se acerca para ayudar a su amiga. Pero el otro niño era mas grande, ya que dicen que había reprobado dos años. Así que suelta la mochila de Bere, y le asesta un golpe a Carlos. Sin embargo, Carlos al tener hermanos mayores sabía como defenderse, por lo que decide dar una patada en las partes nobles del niño grande. Aprovechan ese momento de dolor, y Carlos toma de la mano a Bere y se van corriendo para alejarse de ese agresor. Cuadras mas adelante y a salvo los dos, ven que el golpe a Carlos se le empieza a notar. “No puedes llegar así a tu casa, te va a regañar tu mamá. Ven a mi casa para que mi mamá te vea” le dice Bere. “No, no puedo sabionda. Le diré que me caí por estar jugando futbol”.
Aunque Carlos siempre molestaba a Bere en el recreo y llamándole sabionda cada vez que podía, Bere sabía que era broma y que esos enojos no eran en serio. Los meses pasaron, lo ciclos escolares avanzaron hasta que llegó el temido 6to año de la primaria. Sin embargo, la amistad de ellos dos seguía creciendo, siempre con la inocencia que caracteriza a los niños de esa edad. Al llegar el fin del ciclo escolar, Carlos no sabia lo que sentía en su estómago. Ósea, le daba tristeza esa separación con sus compañeros, su maestro, su escuela, pero había algo más. Lo sentía, pero no sabía cómo decirlo o explicarlo.
En la ceremonia de graduación, los niños estaban alegres, otros lloraban. Pero Carlos esta serio. “Cuídate mucho Carlos. Te veré luego”, “¡¡¡SABIONDA!!!” exclamó Carlos. “Tú también te cuidas” … así de rápida fue esa despedida.
Pasaron años, ambos cursaron la educación secundaria, la preparatoria, etc. Muchas vivencias por separado. Ambos crecieron en un circulo distinto de amigos. Historias tristes y alegres, sin embargo, la semillita de la amistad estuvo ahí presente, casi desapercibida hasta aquel martes 16 de abril del 2013.
Carlos había estudiado una carrera técnica que le permitió incorporarse al mundo laboral como Asesor de autos de una prestigiada agencia de autos. Ese día antes mencionado, entró a comprar algo de comer, sin saber quien estaba ahí. Al llegar a la caja de esa tienda McDonalds, grande su sorpresa que estaba ahí Bere, la amiga de la primaria. “¿Puedo tomar su ord….. ¡CARLOS, ERES TÚ VERDAD?”, “Hola!!, si, soy Carlos. Que cambiada estás. ¿Aquí trabajas?” dice Carlos. “Si, así es. ¿Y tú? Se ve que te ha ido bien en la vida. Me alegro por ti”. Después de hacer y pagar su pedido, Carlos le dice: “Tenemos que platicar, creo tenemos mucho que contarnos. ¿a que hora sales el viernes de trabajar?”. “Este viernes cubro horario y salgo a las 8:00 pm”. “Ok, ¿paso por ti a esa hora?”. “Noooo, ¿cómo crees? Estaré llena de grasa, y mi pelo estará arruinado”... Pero Carlos no se iba a ir derrotado tan fácil. “Si vamos a platicar, no vamos a ir a en evento de gala. Te veo a las 8”…. Bere, apenada y emocionada le dice “Ay Carlos… está bien, te espero a las 8”. Todo bonito hasta ahí, pero no contaban que el gerente, un chico manipulador estaba observando.
El gerente era la persona mas déspota y despreciable de ese lugar. Acostumbraba a quedarse con el 50% de las propinas, y a que sus empleados pagaran las mermas con tal de que el recibiera su bono cada mes. Y le traía ganas a Bere, por lo que vio en Carlos un rival, un rival fuerte a vencer. Ese día viernes, hizo que Bere lavara las freidoras, si, ella sola. Quería arruinar la salida con Carlos a como diera lugar. Carlos llegó a las 7:45 pm al McDonalds, pero llegaron las 8:00, 8 y media… nueve y Bere no Salía. A eso de las 9:15 pm se abre la puerta de los empleados y se ve una silueta femenina. Era Bere. En su rostro se veía la frustración, el coraje, pero también la emoción de ver a Carlos.
“Pensé que te habías ido Carlos, pero me esperaste” dice Bere. “No me iba a ir, algo me decía que si saldrías” responde Carlos. “Dejémoslo para otro día, estoy sucia y desarreglada. Ese Gerente quiso arruinar mi noche y lo logró” dijo sollozando la chica en cuestión. “¿En serio? ¿Crees que lo logró? Le vamos a demostrar que no. Súbete que ahora viene la mía.”
Ya los dos en el carro van a un parque público, y en una banca se la pasaron contando sus vivencias. Bere le dice que siempre estuvo pensando que habría sido de ese chico travieso. Que intentó tener una relación, pero fracasó porque el pretendiente era muy violento. Y que no tuvo oportunidad de estudiar algo mas porque tuvieron un revés económico en casa y tuvo que entrar a trabajar.
Carlos escuchó, escuchó y escuchó. Siempre muy atento y sin interrumpirla. Quería saber de ella que había pasado desde ese “Cuídate mucho Carlos. Te veré luego” que escuchó de ella en la graduación de la primaria. Ella se sintió cómoda con la plática. Bere le dice: “Es tarde, ya hablé mucho, pero quiero saber de ti. ¿Te parce si salimos el lunes? Ese día lo tengo libre.” Carlos le dijo: “Perfecto. Ese es mi día libre también. Nos vemos en esta misma banca, en esta banca sagrada ¿Te parece?” Bere asiente con la cabeza. Después de subir a su carro, y dejarla segura en casa de ella, Bere le dice: “Gracias por escucharme, en realidad necesitaba un oído. Y disculpa si hablé demás” “No te preocupes, al contrario, te agradezco la confianza… te veo el lunes para que ya descanses” -dijo Carlos.