Internet se parece a la conciencia humana.
En el sentido de que puede abrirse y contraerse a voluntad.
Hay que saber usar esa facultad en orden a vivir bien.
Si abres las puertas de la conciencia, te llenarás de conocimiento, pero también de pesadillas. Si las cierras, pues entonces la oscuridad no tendrá forma de entrar. Es como dejar una ventanilla abierta en una casa, en la cuál puede entrar tanto una suave brisa de verano como también una tormenta devastadora.
La clave de la paz mental es jugar con lógica a cuándo es bueno abrir esas puertas y cuándo cerrarlas para que nada te moleste.
Lo mismo con internet, en tanto que extensión de la vida. Si le cierras la puerta a los anónimos no podrán afectarte en nada. Si en cambio continuamente vas consultando lo que dicen, pues te verás tarde o temprano atrapado en esa espiral. Así que lo mejor es simplemente alejarse. Recuerda que cuando miras mucho tiempo al abismo, el abismo también mira dentro de ti.