En una noche oscura y silenciosa, @Victor se encontraba solo en su habitación, rodeado de libros y notas desordenadas. Su mente inquieta se debatía entre el deseo de entender el universo y la desesperación por no hallar respuestas. Fue en ese instante, cuando la sombra de un ser ominoso se materializó ante él: un demonio de ojos ardientes y sonrisa siniestra.
—He venido a ofrecerte un pacto —dijo el demonio, su voz resonando como un eco lejano—. Conocerás todo sobre el universo, cada secreto y cada verdad, pero a un precio que aún no comprendes.
Sin dudarlo, Víctor aceptó. La sed de conocimiento lo cegaba, y así, un nuevo mundo de información se abrió ante él. Sin embargo, lo que comenzó como una bendición pronto se tornó en una maldición.
Al poco tiempo de adquirir ese conocimiento, Víctor comenzó a predecir muertes en Planetask, un foro de preguntas y respuestas donde se habían formado lazos profundos. La primera víctima fue Star, cuya muerte Víctor había anticipado y advertido, pero el celoso Pactli, impulsado por su ira, la asesinó sin contemplaciones. La desesperación invadió a Víctor, que se sintió impotente al ver que no pudo evitarlo.
A medida que los días pasaban, las predicciones se volvían más sombrías. Peter, un amigo cercano, también recibió una advertencia. Víctor le envió un mensaje, pero él, escéptico, desestimó la advertencia. Peter murió de un infarto al corazón, y el dolor se acumuló en el pecho de Víctor como una piedra.
La atmósfera en Planetask se volvió pesada y sombría. Uno tras otro, los miembros del foro caían, como piezas de dominó. Víctor observaba la tragedia que él mismo había facilitado, atormentado por la impotencia y el horror. Cada muerte era un golpe más a su frágil cordura, y la información fluía en su mente como un torrente descontrolado. Sabía todo, cada hecho, cada consecuencia, y cada muerte que se avecinaba, pero no podía hacer nada para detenerlo.
Finalmente, en medio de su locura, se encontró cara a cara con Kronk, el agente del mal que había negociado su pacto. Kronk sonreía, sus ojos brillando con malicia.
—¿Sorprendido? —preguntó—. El precio que pagaste no era la muerte de tus amigos, sino el conocimiento mismo. Podrías haber evitado sus muertes, pero no supiste expresarte. Te ahogaste en tu propia sabiduría.
El horror llenó a Víctor, comprendiendo que su ansia de saber había traído consigo la ruina de aquellos que más amaba. Pero Kronk continuó, dejando caer una última revelación.
—Incluso en la muerte, seguirás sabiendo todo de todo. La eternidad será un tormento de información incesante, un peso insoportable.
Desesperado, Víctor decidió que su conocimiento no debía ser una maldición. Harto de la culpa y la locura, comenzó a viajar por el mundo, utilizando su vasta comprensión para ayudar a otros. Se convirtió en un faro de esperanza, un salvador que evitaba muertes y guiaba a la humanidad con su sabiduría. Aunque el precio ya había sido pagado y las sombras de sus amigos lo seguían, Víctor encontró un propósito en su nueva vida.
En cada lugar que visitaba, una chispa de redención iluminaba su camino. El demonio podría haberle robado la paz, pero no su determinación. Al final, entendió que el verdadero conocimiento no solo es poder, sino también responsabilidad.