En la chamba, sí. En los 90s.
Muy poco tiempo duró esa madre.
Con la llegada del e-mail, ya. Valió máuser.
Jajajaja. Ora que me acuerdo. Cuando trabajé en Tabasco estaba tan desesperado por ya regresar a CDMX qué redacté mi renuncia a mano y se la envié a mi jefe por fax. 1996.